Por : Jorge López
Para la historiografía clásica cubana, los años sesenta del siglo veinte simbolizan el período de máximo esplendor del cine cubano. Los historiadores suelen hablar de ese decenio como “la época prodigiosa de la cinematografía.´¨
Lo prodigioso de este primer período lo aportó el aspecto documental de esa producción, indiscutiblemente encabezada por un gran talento que tuve el honor de conocer personalmente: Santiago Álvarez, sobre quien voy a referirme principalmente a su desarrollo profesional en la cinematografía cubana.
Hasta su muerte en 1978, a los 59 años de edad, había dirigido más de 700 películas y supervisado la producción de cerca de 1500 noticieros cinematográficos semanales. Trasformó un género completamente rutinario, en un verdadero laboratorio de innovación radical.
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viernes, 8 de mayo de 2009
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